Zidane se movía con la armonía de un solo ser con el balón. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como https://declanfxgw739685.affiliatblogger.com/90663646/así-se-vivió-en-el-estadio-el-cabezazo-de-zidane